Las horas y los días pasan y todo empieza a
tranquilizarse. Poco a poco, lo que parecía una locura, parece muy raro; lo muy
raro, se queda en un simple raro; y lo raro ya empieza a ser normal. Ver a los
chinos con la camiseta levantada hasta el ombligo, escupir pollos del tamaño de
una pelota de tenis, verles comer en un rincón de las tiendas, cruzar la calle
arriesgando la vida, las miradas cuando pasamos y hablamos… Todo se está
empezando a tranquilizar. Lo único que me preocupa es que en unos meses, veré
que los chinos hacen cosas que ahora me parecen una ida de olla, pero que me
parecerán de lo más normal. ¡Qué locura!
Todavía no llevamos aquí ni 5 días, y tengo que la
sensación de que llevamos como 2 semanas. Debe ser porque todo es nuevo y todo
parece importante. Pero no adelantemos, como dice ese refrán catalán: “de mica en mica, s’omple la pica”.
Me voy a saltar la parte de turismo por la ciudad de momento y voy a centrarme a relatar pequeñas
experiencias que me han ido pasando durante estos últimos días que no pueden
dejar indiferente a NADIE.
1. El misterio del robo de la
botella de agua. El título parece de broma, pero es que la
historia tiene su guasa. ¿Alguna vez os han robado algo y después habéis pensado
que el ladrón es un auténtico IMBÉCIL? Pues esa fue más o menos la sensación
que tuve.
En mi residencia, la cocina (fogón, 3 picas de agua, microondas,
nevera y congelador) se comparte con toda la gente de las habitaciones de la
planta en la que vives. El edificio tiene 14 plantas, de las cuales en 12 hay
habitaciones, y cada planta tendrá unas 20 habitaciones en las que duermen 2
personas. Yo soy de letras, ¡pero eso es un huevo y medio de gente para una
cocina! En definitiva, que tenemos una mini nevera y una cocina para toda la planta
y hacer la compra semanal es más complicado que maquillar a Belén Esteban. De
momento tiramos de comidas fuera (total llevamos 2 días comiendo por menos de
2€) y de cenas con cosas fáciles de hacer, del tipo nuggets, salchichas y
pinchitos. Volviendo al tema, la historia empieza el pasado miércoles después
de nuestra visita al Parque del Agua (水上公园). Con motivo de mi
deshidratación extrema decidí meter media botella de agua que me había sobrado de
nuestra primera cena en el congelador para que me refrescara mucho más.
Cuál
fue mi sorpresa al volver al cabo de 30 minutos que algún desalmado se había
llevado mi botella de agua. Mi reacción fue un: ¿PERO QUIÉN HA SIDO EL MEMO QUE
ME HA ROBADO MEDIA BOTELLA DE AGUA? Pero vamos, que me lo tomé a broma, pero la
cara de tonto se te queda durante un buen rato. Si lo llego a saber meto agua
del grifo y al menos el ladrón hubiera tenido una buena diarrea a mi costa. Al
escribir esto, me he dado una buena idea para una posible “venganza” MUAHAHAHA.
La cocina. Detalle: el fogón todo quemado. |
Parece muy limpia, pero esto no pasaba nunca. |
2. La chabola de las fotos. Con
el tema de papeleo que tenemos que arreglar en la universidad, una de las cosas
que teníamos que entregar eran fotos de carné. Yo, muy inteligentemente por mi
parte, me las he olvidado en casa. Así que tenía que ir en busca de una tienda
en la ciudad. Sé lo que estáis pensado: “Pan comido, ¿no?”. Justamente pensaba
lo mismo. Como estuvimos por el centro el jueves, busqué y rebusqué pero no
encontré nada y el viernes decidí preguntarle al coordinador que me diera una
dirección. Su respuesta fue llamar a un chino que está estudiando español que
se llama Leonardo. A este muchacho lo conocimos el martes cuando nos acompañó
hasta el supermercado. Pues bien, la idea era ir a una tienda de fotos y
cámaras que está al lado del campus, pero estaba cerrada porque (sinceramente no sé el motivo, pero creo
que estaba cerrada porque al propietario no le había dado la gana de abrir.
Eras las 10 de la mañana, así que lo de madrugar no se destila en esa tienda).
Y hemos tenido que ir a otra. Pero no a una tienda, era una casa, pero para que
os pongáis más en situación era una auténtica chabola. Una mujer que tenía un
“estudio fotográfico” en una habitación de su casa. Con “estudio fotográfico”
me refiero a que entre trastos de cocina, platos, ropa, fotos de su hijo, un
gato y una mesa, había una fotocopiadora, una cámara, un banco para sentarse y
una máquina para copiar las fotos en papel fotografía. En parte ir con el chico
ha sido agua bendita porque ha hecho de intérprete y le ha contado a la mujer
cómo tenía que ser el tamaño de la foto, cómo tenía que salir, etc. ¿Dónde está
el PERO? Pues que en China el fondo de las fotos de carné es rojo. Ya sabéis,
¿no? Al final me han salido 12 fotos por unos 2 €, pero vamos que esas fotos
serán para regalarlas, porque no sirven en ningún otro lugar fuera de China. Así
que cuando me veáis de vuelta, preguntadme por una de ellas.
3. El policía de ChinaMobile.
Caminando el viernes por los alrededores de nuestro campus universitario, nos
hemos topado con una tienda de ChinaMobile, equiparable a una tienda Movistar o
Vodafone en España. Como andamos detrás de un móvil chino, hemos entrado a
preguntar. El policía nada más entrar ha soltado un gran “Hello!” para luego
ponerse a hablar en chino a una velocidad que ni Alonso saliendo de la Pole
Position. Al pasar un rato y mirar precios y demás, el policía nos ha
preguntado que si éramos norteamericanos (¿hola? ¿norteamericanos? Lo dirá por
los ojos azules, supongo ¬_¬). Al decirle que no, que éramos españoles ha
exclamado un “¡Oh!” y así, por arte del birlibirloque, se ha puesto dos dedos
en la cabeza y ha empezado a imitar a un toro incluso se ha puesto a dar como
patadas y embestirnos (¡Olé tus cojones, José Tomás!). En ese momento, he
tenido que parpadear como 10 veces porque no podía creer lo que estaba viendo.
Simplemente he pensado: Esto es LAMENTABLE y LAMENTABLE. Suerte que no se ha
puesto a bailar flamenco, porque entonces ya sí que me caigo muerto allí mismo.
4. ¡Qué apañao que eres
Dimitri! Para aquellos que no os acordéis, Dimitri es
mi compañero de habitación por el momento. Pues el otro día, coincidimos en el
cuarto unos 10 minutos y su novia que hace de intérprete, me preguntó dónde
vivía exactamente en España, porque (el mundo es un pañuelo, lo que digo) su
tía vive en Córdoba. Y la cosa no acaba aquí. La relación de compañeros de
habitación es complicada, teniendo en cuenta que yo no hablo ruso y él ni
inglés ni chino. Pero el otro día, al llegar se me puso a hacer aspavientos y
gestos raros y yo en plan “¿Qué querrá decirme? ¿Qué le caigo bien? ¿Qué no le
gusta China? ¿Qué quiere mucho a su novia?” Al ver que no me enteraba de nada,
cogió el teléfono de la habitación y llamó a su novia para que me dijera algo.
¿Queréis saber la respuesta de la muchacha? Pipipipipipipi. Pues eso, que le
colgó descaradamente. El pobre muchacho se quedó con el aparato en la mano y
empezó a decir algo en ruso que no puedo entender, pero tal y como lo decía no
parecía nada amable. Luego deduje, que lo que quería decirme es que se había
llevado la fregona para limpiar el suelo. Pero bueno, la cosa va bien de
momento: me regaló caramelos el otro día y me pidió que si podía ver la TV que
su novia no le dejaba, en plan ¡por favooooooooooor! Me parto con este ruso.
Algunos de los caramelos que me regaló Dimitri. |
¡Mucho más en breve!
Però vau aconseguir mòbil o no? OMG visca els espectacles!!!
ResponderEliminarPD: em demano una foto, aquí serà la bomba!