FUENTE: ECHEVARRÍA, BORJA Un híhado por 130.000 euros. En: El País [en línea]. 14 de marzo de 2010.
Un
hígado por 130.000 euros
Tras serle denegado en España, salvó su
vida pagando por un trasplante en el hospital de Tianjin en China. Óscar Garay
relata a EL PAÍS cómo funciona lo que las organizaciones sanitarias llaman
'turismo de trasplantes'. Como el suyo sólo hay dos casos más en España
El 15 de
septiembre, tras recibir la noticia, Óscar decidió beberse todos los gin-tonics
de Bilbao. A lo grande, dispuesto a terminar con seis meses de sequía, juntó a
sus amigos para anunciarles que, en el mejor de los casos, le quedaba un año de
vida. Estamos en 2008. En el hospital de Basurto, la doctora que lleva su caso
le acaba de comunicar que no cumple el protocolo para entrar en las listas de
trasplantes de hígado. A partir de ahora ya sólo resta esperar y tratar de
sufrir lo menos posible. Óscar se bebe Bilbao y, dando tumbos, cruza el parque de Doña Casilda
hasta llegar a su casa. Al hígado ya le podían ir dando.
Aquel día fue su
última concesión a la melancolía. No estaba dispuesto a rendirse por el simple
hecho de que el sistema de salud no diera respuesta a su problema. "Un mes
después de la realización de la segunda quimioembolización se realiza nueva resonancia magnética nuclear (RMN) en la que se
objetiva progresión de la enfermedad tumoral. Ante este hecho se desestima
tratamiento quirúrgico (trasplante hepático o resección); se informa al
paciente de la situación. Diagnóstico: Hepatocarcinoma
multicéntrico, tratamiento con quimioembolización arterial selectiva (dos
veces) sin respuesta, progresión tumoral, cirrosis hepática VHC". Así
concluye el informe del hospital de Basurto, perteneciente al Servicio Vasco de Salud. No hay espacio para la
esperanza... al menos no en España.
Los rumores
vuelan en Bilbao, y Óscar, que vive aquí desde que nació en 1957, ha escuchado hablar
de un amigo de un amigo que viajó a China para trasplantarse un hígado. Un caso
insólito. La Organización Nacional de Trasplantes sólo
tiene registrados tres en España -además de cuatro de riñón: uno también en
China y al menos otro en Pakistán- y hasta hoy se mantenían en el más absoluto de
los secretos. El último es el de Óscar Garay. Dos meses después de que le
confirmaran que no entraba en la lista de trasplantes aterrizaba en Pekín junto
a su mujer, Teresa. El 11 de diciembre, previo pago de aproximadamente 130.000
euros, le operan en el hospital Número 1 de Tianjin
(Tianjin First Center Hospital, en inglés). En total fueron 52 días. Él apenas
tiene recuerdos de esas casi ocho semanas en China. Lo pasó mal, muy mal. Ella,
también, "probablemente, peor", dice Óscar, pero a Teresa no se le
olvida cada detalle del viaje. Turismo de trasplantes, lo llaman desde las
organizaciones sanitarias. A ellos la experiencia les parece de todo menos turística.
Liderazgo insuficiente
El pasado año,
1.099 pacientes recibieron un trasplante hepático en España, pero otros 127
murieron mientras aguardaban en la lista. Y aunque este país es líder mundial
en donación y trasplantes de órganos, con una tasa de 34,3 por millón de
habitantes, los números demuestran que es insuficiente. En 2009, la cifra de
donantes, la de trasplantes renales y la de pulmonares aumentó, pero la de
hígados descendió ligeramente. La caída de donaciones procedentes de personas
fallecidas en accidentes de tráfico no ha impedido que se bata un nuevo récord -4.028 en
total-, aunque probablemente sí haya influido para conseguir menos hígados -de
los 1.099, sólo 29 procedían de personas vivas-. A 31 de diciembre de 2009,
5.400 enfermos se encontraban en la lista de espera para recibir un órgano,
722, el hígado, según los datos publicados por la Organización Nacional de
Trasplantes (ONT). Por supuesto, en cualquier estadística no hay mención ni a
Óscar ni a las otras dos personas que viajaron a China buscando una
alternativa.
Rafael Matesanz, director
de la Organización Nacional de Trasplantes, asegura que son hechos muy
recientes y que los tres receptores están vivos. Cuando recibe la llamada de
este periódico ya conoce perfectamente cada caso, hasta los detalles más
pequeños. Hace unos meses se pusieron en contacto con todos los equipos de
trasplante de España para recabar información. Matesanz considera prácticamente
imposible que haya algún caso más, pero sabe que a partir de ahora el riesgo de
que se genere un efecto mimético está ahí. Consciente de que la impotencia
puede llevar a un enfermo a tomar este camino, dice: "Hay que entender,
aunque no se comparta, que una persona a la desesperada haga esto. Es un reflejo
universal. Pero, al mismo tiempo, la ONT está muy volcada en luchar contra el
turismo de trasplantes. Ni médica ni éticamente comparto esta práctica".
Precisamente, los próximos 23, 24 y 25 de marzo, Madrid acoge una Conferencia de Alto Nivel sobre
Trasplante de Órganos, con la colaboración de la Organización
Mundial de la Salud (OMS) y la Sociedad Internacional de Trasplantes. Entre los
asuntos que se van a tratar figura el del comercio de órganos, y uno de los
lemas elegidos es: "Por la autosuficiencia y contra el turismo de
trasplantes". China, con todos los focos encima, aparece entre los 72
países invitados.
Órganos de ejecutados
Óscar comprende
el debate, las aristas en las que se mueve. No lo rehúye, ni ignora todo lo que
se cuenta sobre China. Los condenados a pena de muerte y el comercio de órganos
están presentes en las conversaciones, igual que la altísima probabilidad de
que su nuevo hígado venga de un ejecutado por el régimen de Pekín. El sistema
de donaciones en China no está desarrollado y los órganos vitales, como es el
hígado, proceden de cadáveres. "Los indicios apuntan claramente a
condenados a pena de muerte. La OMS calcula que entre
un 5% y un 10% de los trasplantes de riñón se hacen bajo comercialización, pero
con China es muy difícil tener cifras", sostiene Matesanz. Países como
Pakistán, India, Filipinas, Egipto, Rumania, Moldavia, Perú, Ecuador y Colombia
facilitan órganos a enfermos de naciones ricas. España vive muy ajena a esta
problemática, no así otros países europeos. "En Reino Unido y Alemania hay
muchos más casos. Los británicos viajan a Pakistán y a la India, y los
alemanes, al sureste asiático o al entorno de la antigua Unión Soviética",
aclara Matesanz. El abogado de derechos humanos Carlos Iglesias, que en
2003 presentó en la Audiencia Nacional una querella por torturas y genocidio
contra el ex presidente Jian Zeming y contra Luo Gan (coordinador de la oficina
610, creada para controlar al movimiento espiritual de inspiración budista Falun
Gong), incide en la misma cuestión: "Por cultura, ellos no donan órganos.
Y además, contrariamente a Taiwán y Hong Kong, tampoco ha existido política de
concienciación para donantes. Tienen una cosecha de órganos que obtienen de
miles de personas que pasan por sus campos de concentración". Sin embargo,
por encima de datos más o menos fiables y de las múltiples evidencias, Óscar
tiene una certeza: si no hubiera cogido aquel avión a mediados de noviembre de
2008 hoy estaría muerto; su mujer, viuda, y su madre, sin su único hijo. El día
en el que le dieron la noticia en Basurto ella le acompañaba.
Rosi tiene 77
años, la energía de una mujer de 35 y, tirando de tópico, el carácter duro de
las mujeres vascas. "Entramos en la consulta y le dijeron: 'Malos resultados,
no se ha podido hacer nada'. La quimioembolización no había funcionado. Óscar
preguntó que cuánto le quedaba de vida y la doctora le respondió que entre 6 y
12 meses. Él se quedó aparentemente tranquilo y dijo: 'Bueno, pensaré que me ha
tocado la Loto. Todos tenemos que pasar por esto'. Y a partir de aquel día yo
me empecé a poner mala". Al salir del hospital se marcharon a comer
juntos, antes de que Óscar rompiera su abstemia de los últimos meses -"de
eso me he enterado ahora, pero ya no volvió a beber después", recuerda con
humor-. Pasado el shock de las primeras horas empezaron a mover todos los hilos
con el único objetivo de salvar a Óscar. A cualquier precio, en cualquier lugar
del mundo. Acudieron a la Clínica Universitaria de Navarra, hablaron
directamente con prestigiosos médicos españoles, en Barcelona, en otras
ciudades. Y nada. "En este caso no cumplía los requisitos para un
trasplante. El Servicio Vasco actuó correctamente. Se aplican los Criterios de Milán, establecidos
internacionalmente para seleccionar pacientes con cirrosis y hepatocarcinoma.
No hay duda sobre esto. Cuando no se cumple, el enfoque terapéutico es otro. Lo
más importante para hacer un trasplante es que se pueda extirpar un tumor, que
haya posibilidades de supervivencia. Estamos en la obligación de seleccionar
bien a quién se dedica un órgano. Cuando se adopta la decisión de incluir a
alguien en la lista de espera debe tener una posibilidad de supervivencia
adecuada. La media de un trasplantado de hígado en España es superior a 14 años
y algunos han llegado ya hasta los 25", detalla Matesanz.
Mientras Óscar
estuvo en China, Rosi hablaba con él y con su nuera dos veces al día a través
de Skype. "Nunca decía que se encontraba mal, ni aquí ni allí. No me
enteré de muchas cosas de las que estaban ocurriendo en Tianjin. Si por mí fuera,
no le habría dejado volver en las condiciones en las que llegó a España. Pero
hubo momentos en que creí que a mi hijo no le veía más", recuerda. Treinta
personas fueron a despedirle en Bilbao cuando el 21 de noviembre de 2008 viajó
hacia Pekín, y bastantes más le recibieron a su regreso, el 12 de enero. Ella
no fue a Sondika. Habían sido probablemente los dos peores meses de su vida y
no estaba preparada para ver a Óscar bajar del avión con 20 kilos menos y en
aquel estado. Fue ella quien pagó la operación. ¿Cómo iba a dudar entre 130.000
euros y la vida de su hijo? El dinero nunca fue el problema en este caso. Lo
difícil fue llegar hasta allí.
Tianjin es una
gran urbe china con casi 12 millones de habitantes y a sólo 137 kilómetros de la
capital. En el tren rápido se llega en media hora. Diciembre es duro, con un
clima frío y seco, a pesar de estar junto al mar, en el extremo norte del Gran
Canal que conecta los ríos Yangtze y Amarillo. Es una ciudad con un fuerte
desarrollo, empujado por la industria petroquímica, textil, el automóvil y la
metalurgia, además de la planta de EADS que comenzó a funcionar en 2009. En el
distrito de Nankai se encuentra el hospital Número 1 de Tianjin, uno de los más
importantes de China para trasplantes de órganos y pionero en los de hígado.
"Te van sacando dinero por todos lados
"
A principios de
octubre, el intercambio permanente de correos electrónicos es ya un hecho. Los
contactos a través de amigos españoles llevan a un médico del Ministerio de
Salud chino, que es quien hace de intermediario con el doctor Shen Zhongyiang, presidente
del hospital. El 17 de octubre, siempre en inglés, le solicitan a Óscar datos
personales y clínicos "para llevar a cabo un trasplante de hígado",
incluido el nombre del hospital español y los médicos que le habían atendido.
Después de varios correos durante la segunda quincena de octubre, el 3 de
noviembre llega la confirmación esperada. "Me alegro de comunicarles que
nuestro presidente acepta que venga para la operación. Puede venir lo antes
posible. El coste de la operación es de 115.000 dólares [la cantidad finalmente
fue bastante mayor: "te van sacando dinero por todos lados", recuerda
Teresa], lo que incluye el tratamiento preoperatorio, la operación, la
asistencia médica posterior y el cuidado de las enfermeras, la medicación, la
persona que se ocupa de las traducciones (habla inglés y chino y también se
encarga de gestiones), la seguridad, la habitación en un hotel para un pariente
y el transporte entre el aeropuerto y el hospital. Si la hospitalización excede
de un mes deberá pagar 147 dólares por cada día. Si termina con sus trámites,
por favor infórmeme de la hora de llegada para que organice que un coche le
recoja en el aeropuerto de Pekín, y también para fijar la hora de la
operación". En correos sucesivos se habla de la forma de pago, de los
bancos a utilizar o de que un visado de turista será suficiente para entrar en
el país.
La persona que lo
planificó todo desde China escribe en un perfecto inglés. En una de sus últimas
comunicaciones, el 16 de noviembre, explica que no debe transferirse dinero a
la cuenta del hospital, sino a una cuenta personal de la que irá sacando fondos
progresivamente. El 23 de noviembre Óscar llega a Tianjin, poco más de dos
meses después de que en Basurto le rechazaran como candidato a trasplante.
Junto a él, su mujer. Una semana antes de emprender viaje se han casado. Por lo
que pueda pasar. Porque llevan 17 años juntos y quieren que todo el mundo sepa
que ésa es su voluntad. Lo han hecho en Bilbao, únicamente con sus madres y una
pareja de amigos. "Sé perfectamente que este tema puede levantar muchas
suspicacias. Pero quiero que la gente sepa que fue una decisión muy meditada,
nada frívola, y la tomamos plenamente conscientes del riesgo que suponía",
nos escribe Teresa en un meditado correo.
Y sigue:
"Pero cuando la persona que está en el filo decide luchar por vivir, los
que le rodean sólo pueden estar ahí. Me gustaría que se trate el problema con
respeto, igual que nosotros respetamos las decisiones de la ONT y sabiendo que
el tiempo que le quedaba a Óscar era muy breve. Gracias al amor de una madre
hacia su hijo y con el respaldo incondicional de nuestras familias y amigos,
que nos apoyaron en su día y lo siguen haciendo día a día, pudimos hacer
realidad la oportunidad que nos habían ofrecido. Su estancia en el hospital fue
como la de cualquier paciente en España, pero rodeado de cientos de enfermos
chinos y extranjeros, nunca apartados ni con tratos de favor. Más bien al
contrario: fue duro, muy duro, por las barreras de idioma, culturales, la
soledad y la lejanía de las personas en las que te apoyas diariamente. Y sin
saber si iba a volver con él o sola con las maletas y la amargura. Pero
afortunadamente volvimos. Salvamos las primeras suspicacias y ahora es atendido
por un equipo médico que está ahí para lo que necesite. Sólo puedo dar las
gracias a todos los que nos han ayudado; y a los que no comparten lo que hemos
hecho, que al menos comprendan que no ha sido un camino de rosas. Aunque cada
día se va pareciendo más...". Hemos hablado muchas horas, pero Teresa ha
querido sentarse ante el ordenador y explicarse en soledad, sin el periodista
que le pregunta por los hechos o le plantea debates morales.
Denuncias de Falun Gong
Unos días antes,
en el Café Comercial de Madrid,
Carlos Iglesias escucha por primera vez la historia de un español que viaja a
China para que le trasplanten un hígado. Lleva muchos años investigando sobre
el comercio de órganos, y como abogado de Falun Gong (un culto diabólico para el Gobierno
chino) consiguió hace cuatro meses que el juez Ismael Moreno, de la Audiencia
Nacional, cursara una comisión rogatoria a China con la intención de interrogar
al ex presidente Jiang Zemin y a otros cuatro dirigentes del régimen. La
querella, en relación con la muerte de seguidores de Falun Gong entre 1999 y
2002, fue presentada en 2003. Este movimiento cifra en más de medio millón el
número de personas asesinadas, además de crímenes de extracción masiva de
órganos internos para utilizarlos en trasplantes a occidentales. "En
noviembre de 2006 vino a España David Kilgour , ex
secretario de Estado canadiense y autor, junto con David Matas, de un informe sobre alegatos de extirpación de órganos
a practicantes de Falun Gong en China. Se lo entregó a la Organización Nacional
de Trasplantes y les pedimos a ellos y al Ministerio de Sanidad que dieran
instrucciones y recomendaran no viajar allí. No sólo por la procedencia de los
órganos, sino por la propia supervivencia del paciente. La ONT no da datos ni
advierte en su página web de los riesgos a la gente que pretenda viajar",
denuncia Iglesias. El informe concluye que "sus órganos vitales (de
prisioneros de Falun Gong), incluyendo corazones, riñones, hígados y córneas,
fueron prácticamente sustraídos simultáneamente de manera no voluntaria para
venderlos a precios elevados, a veces a extranjeros, quienes normalmente tienen
largas esperas para las donaciones voluntarias de tales órganos en sus países
de origen". En el apartado de recomendaciones sostiene que "los
Estados extranjeros deberían promulgar leyes extraterritoriales que penalicen
la participación en una sustracción de órganos sin consentimiento".
Además, como reclama Iglesias, "deberían advertir a los viajeros, avisando
a su población de que los trasplantes de órganos en China provienen en su
mayoría de presos que no dan su consentimiento, ya sean sentenciados a muerte o
practicantes de Falun Gong".
La actual
legislación española no prohíbe viajar a otro país y pagar por un órgano. Y sin
embargo, en el Sistema Nacional de Salud "nadie puede donar ni recibir un
trasplante con otras intenciones o medios que no sea la solidaridad
altruista". "Con nosotros, desde otros países tratan de hacer turismo
de trasplantes, pero no les dejamos. Nuestra postura es clara en contra de este
fenómeno, y la ministra Trinidad Jiménez anunció hace unos meses que en la
modificación del Código Penal se tipificaría, como una ley extraterritorial
-será delito aunque se lleve a cabo fuera de España-, la compra de
órganos", cuenta Rafael Matesanz. La reforma legal ya está en marcha.
Clientela multinacional
Por los altavoces
del First Central Hospital llaman a Ma Zengshou. Es el nombre con el que han
bautizado durante su estancia en Tianjin a Óscar Garay, 'Señor caballo con una
larga vida'. Tiene 51 años y un día antes de la operación cumple 52. De momento
suma. Lo celebra. La vida allí no es sencilla, aunque cuentan con una
traductora, Cindy, que trata de facilitársela. El hospital dedica algunas de
las plantas más altas a los pacientes que van a recibir un trasplante. De
muerto a vivo, pero también de vivo a vivo. Durante el mes que pasó ingresado
-entre el 10 de diciembre y el 12 de enero; las semanas anteriores sólo acudía
a revisiones- no vio a más occidentales. Coreanos, egipcios, paquistaníes,
saudíes, yemeníes o japoneses poblaban su planta y, sin duda, estaban mejor
organizados que él. "Cada paciente egipcio, por ejemplo, siempre iba
acompañado de un hombre y una mujer. Él se ocupaba del dinero, y ella, de la
cocina", recuerda Óscar. Una de las cosas que no sabían es que tendrían
que cocinarse ellos mismos. "Todo el hospital olía a platos árabes",
cuenta Teresa. En una habitación de la planta, los clientes se preparaban la
comida y el trasiego era constante. "Compramos un hornillo y sartenes.
Hacíamos pollo frito, lentejas, pechugas. Iba por las mañanas al mercado y
cocinaba en el hospital. La traductora nos hizo una lista para que también
compráramos toallas, papel higiénico, esponjas o jabón. Nadie nos avisó. La
limpieza era terrible, con esa mezcla de olores. La encargada de limpiar pasaba
un kleenex por dos sitios y se marchaba", explica Óscar. "Los
egipcios, en cambio, es como si fueran por agencias. Lo tenían todo
perfectamente ordenado", continúa Teresa. Si alguien lo pasó muy mal en
Tianjin fue ella. Cuidar a Óscar, moverse en otro idioma en el laberinto
administrativo del hospital, bancos, problemas con los hoteles, llamadas a
España, cocinar, la incógnita siempre presente de si volvería sola...
"Para Teresa fue durísimo. Pasó muchas horas sola. Creo que no iría otra
vez. Cogimos la bolsa y el avión sin saber nada", dice Óscar, mientras
ella hace un gesto sencillo de traducir: volvería, seguro. "Aunque soy
mujer, solía fumar con los egipcios. Nos hicimos amigos y aún hoy mantenemos el
contacto a través de Facebook. Nos daban masajes y nos invitaban a comer. No sé
qué habría hecho sin ellos", añade.
El tema del
dinero fue un trajín. En Bilbao, sus amigos abrieron una cuenta dispuestos a
sufragar lo que hiciera falta, aunque fue la madre de Óscar quien puso
finalmente los 130.000 euros que costó el trasplante. Teresa, nada más llegar a
China, abrió una cuenta en el Industrial and Commercial Bank of
China (ICBC), de donde iba sacando cada día distintas cantidades en
dólares que cambiaba en el hospital a yuanes. La clave estaba en el hombre del
maletín, un tipo que vivía en los pasillos y que lo mismo vendía tarjetas de
teléfono que tabaco. Era el conseguidor. Pero fundamentalmente era la persona
que en función de la fluctuación del yuan respecto al dólar cambiaba el dinero
para ir pagando en una ventanilla todos los costes -el hospital elegía con
mucho tino qué días había que hacer ingresos-. Aproximadamente desembolsaron
45.000 euros hasta el 11 de diciembre, y el resto lo pagaron ese mismo día,
antes de pasar a quirófano.
Uno de los
momentos más truculentos se vivió esa mañana. "A las once y media me
comunicaron que había llegado un hígado compatible. Me afeitaron el cuerpo. Y,
de repente, con la cara descompuesta, entró la traductora en la habitación y
dijo que el presidente del hospital pedía 10.000 dólares más o tendríamos que
esperar, que había otro paciente al que también le podían trasplantar ese
hígado. Teresa y yo nos miramos y dijimos que sí. No podíamos esperar más. Ella
se marchó a toda prisa al hotel, cogió el dinero, buscó al conseguidor y cambió
lo que faltaba. A las tres me operaron".
Catorce meses
después, Óscar resiste. Su calidad de vida no es la mejor del mundo, y al menos
en dos ocasiones ha pasado por situaciones críticas. Tras la intervención
sufrió rechazo y una insuficiencia renal aguda. En las últimas semanas ha
evolucionado favorablemente. No todos los que fueron a China pueden decir lo
mismo. En marzo de 2006, un estadounidense, Eric de Leon, viajó a Shanghai para
un trasplante de hígado. Pagó 110.000 dólares. En su país no cumplía los
protocolos y a los 50 años le habían dado un año de vida. Un caso muy similar
al de Óscar, salvo que Eric y su mujer, Lori, fueron contando y documentando
gráficamente todo el proceso en tiempo real a
través de un blog. Eric tenía dos hijos y quería verles crecer,
explicó entonces al San Francisco Chronicle.
Según los datos que manejaba el periódico californiano, alrededor de 17.000
estadounidenses necesitaban un trasplante de hígado en 2004 y sólo 6.100 lo
consiguieron. Tasas mucho más bajas que las de España. El 17 de marzo, Lori
escribe: "El doctor le dijo a Eric que era muy afortunado. Le habían
puesto un hígado de 20 años. Joven y saludable. Hmmm... ¡Quizá por eso Eric se
siente ya tan bien! Está aburrido de pensar. En parte porque no ha sido capaz
de dormir mucho. Además está un poco paranoico. Piensa que las enfermeras están
jodiéndole. Tony dice que la paranoia es normal y que es uno de los efectos
secundarios de las medicinas antirrechazo. Creo que también tiene algo que ver
con la barrera del idioma". La última entrada en el blog dice: "In
loving memory of Eric G. De Leon. 20 de abril de 1955-22 de septiembre de
2008".
Presión internacional sobre China
Óscar no sabe
nada de su donante. Volvió a España el 12 de enero de 2009 con un informe de
dos páginas firmado por el doctor Cheng Pan. Ni rastro de su edad, sexo,
procedencia o características del hígado. Nada de su anatomía patológica.
Apenas 10 líneas sobre el tratamiento que debía seguir en Bilbao. Los primeros
meses fueron un calvario. "Llegué hecho un cristo al hospital de Cruces. No sabían nada de que me
había ido a China y estuve una semana aguantando porque no me daban cita. Me
estaba muriendo. Primero me atendieron en casa, hasta que ingresé por
urgencias. Tenía un pie en el otro barrio", recuerda. Pasó por varios
fallos renales y se recuperó, pero una estenosis biliar le
produce infecciones y le obliga a llevar de manera permanente una bolsa para
recoger la bilis drenada. Muchas de las complicaciones en estos casos suelen
derivarse de la misma cirugía. Que las autoridades sanitarias estén
oficialmente en contra de que se pague por un órgano no implica que ahora no
sea correctamente atendido, como un paciente más. "Cómo se ha portado el
hospital de Cruces ha sido fantástico", asegura su madre. "El
Servicio Vasco de Salud ha actuado correctamente. No se discute que haya que
darle cobertura ni se puede cuestionar cómo ha obtenido el órgano a la hora de
seguir el tratamiento", aclara Rafael Matesanz.
Óscar quiere
seguir peleando. Su sueño es, ahora sí, entrar en las listas para otro
trasplante de hígado. Esta vez en España. Los especialistas juzgarán si cumple
los requisitos, pero para el máximo responsable nacional nada de lo que haya
podido hacer Óscar juega en su contra: "Si necesita un trasplante, se
plantearán los mismos criterios que la otra vez. Sin penalizaciones".
En los últimos
tiempos, la presión internacional para acabar con la compra de órganos ha
aumentado. Incluso el Gobierno chino ha dado pasos públicamente en esa
dirección. Sin embargo, la realidad es que las puertas del país asiático
parecen abiertas para quienes buscan una oportunidad. En agosto pasado, Pekín
anunció que ponía en marcha un sistema de donaciones para reducir la
dependencia de los órganos de presos ejecutados. Huang Jiefu, viceministro de Salud, reconocía
esas prácticas, pero aseguraba que se hacían previo consentimiento. "Si
vas a ser ejecutado, especialmente en un sistema tan poco transparente, no
tienes opciones reales", respondía Human Rights Watch. Song Wenli,
director del departamento de trasplantes de riñón del Tianjin First Center
Hospital, aseguró esta semana, en una consulta telefónica desde Pekín destinada
a un supuesto paciente extranjero, que en este hospital no se realizan
actualmente trasplantes a extranjeros, informa José Reinoso. Preguntado si el
año pasado se habían efectuado ese tipo de intervenciones, respondió:
"Ahora no las hacemos. El Departamento Estatal de Sanidad ha ordenado que
no las hagamos". Días después se hizo la misma llamada en nombre de EL
PAÍS. Jiang Wentao, responsable del departamento de trasplantes de hígado,
respondió a las mismas cuestiones. "No, ya no hacemos, es política
estatal". ¿Desde cuándo? "No es oportuno decirlo. Deberías preguntar
al director. Mi responsabilidad es el cuidado médico".
Muy distintas
fueron las palabras cuando, desde España, nos comunicamos por correo
electrónico con una de las personas que mediaron en la operación de Óscar. Esto
es un resumen de la conversación: "Mi nombre es Antonia y vivo en España.
Mi marido, Jaime, necesita un trasplante de hígado y estamos desesperados. No
tenemos oportunidad en el servicio de salud español y sois nuestra última
opción. Él quiere viajar a su país. ¿Qué tenemos que hacer? Los médicos nos han
dicho que no vivirá más de un año y hay que moverse rápido. Gracias". Las
respuestas a los mails siempre fueron muy rápidas. "Hola, Antonia. Le paso
el caso al hospital y trataremos de ayudar a su marido. Necesitamos su informe
médico para hacer el diagnóstico y preparar la posible operación. Espero
respuesta". Antonia: "Me dijeron que la operación cuesta alrededor de
115.000 dólares. No somos una familia con mucho dinero y si vamos a viajar a
China deberíamos ir hablando ya con los bancos. ¿Es éste el coste en 2010?
¿Cómo debemos pagar? Estamos muy preocupados porque el tiempo corre". Pocas
horas después recibimos la contestación más concluyente: "Realmente antes
costaba 125.000 dólares, pero según transcurre el tiempo el precio está
subiendo ('is getting higher and higher' decía exactamente). El coste de 2010
aún no lo tenemos cerrado. Te informaré según tenga más noticias". A
partir de ahí, los siguientes correos entran en la forma de pago y queda claro
que debe entregarse todo el dinero antes de entrar en el quirófano. El hospital
se queda a la espera de recibir el informe médico desde España. A los Jaimes,
como en su día a Óscar y a los otros dos casos españoles, en algunos lugares de
China les siguen dando la bienvenida.