lunes, 29 de diciembre de 2014

DÍA 13 — VIERNES 12 DE JULIO DE 2013. SUZHOU (苏州)

¿Alguna vez os han hablado mucho de una película y cuando habéis ido al cine os ha parecido un auténtico mojón? Esto es más o menos lo que me pasó a mí con Suzhou, que me llevé un chasco enorme.

Desde que empecé a estudiar chino en la universidad, había leído textos y había oído hablar de Suzhou, conocida como “la Venecia de Oriente”. La belleza de sus canales la convertían en una de las ciudades más atractivas de China, y cuando estuvimos planeando el viaje, pensé que no estaría nada mal aprovechar un día entero para visitarla y así comprobar con mis propios ojos si lo que decían era cierto o no. De hecho hay un proverbio chino que dice “En el cielo está el paraíso, en la tierra Suzhou y Hangzhou”.

Es muy bonita, decían. Es un lugar que no te puedes perder, decían. Los canales te van a dejar sin palabras, decían. Se necesitan dos o tres días para conocerla, decían. Pues bien, voy a contaros nuestra experiencia y si eso es cierto o no.

A las 8 de la mañana ya estábamos levantados, duchados, vestidos y desayunados. Al tener que desplazarnos en tren, teníamos que madrugar un poco para poder aprovechar un poco más el día. Tomamos el tren y nos plantamos en la estación central de Shanghai. Había tren bala con bastante frecuencia, se tardaba solo media hora en llegar y cada billete costaba 39 yuanes (cerca de los 5 euros). El sol seguía siendo uno de los protagonistas, y de hecho, yo creo que ese día hizo incluso más calor que otros días, si eso podía ser posible.

Tras pasar los controles, a los 20 minutos ya estábamos en el tren destino Suzhou. A continuación, voy a añadir una pequeña introducción de la ciudad:

Nombre
Suzhou (苏州)
Significado
Prefectura del Monte Gusu
Provincia
Jiangsu (江苏省)
Población
cerca de 10 millones
Superficie
8.848 kilómetros cuadrados

Tras disfrutar del paisaje a través de la ventana, llegamos a la estación de Suzhou. La idea era tomar el bus número 1, que nos dejaba en el centro, y a partir de ahí, ya podíamos ver cosas desplazándonos a pie. Las cosas ya pintaron mal cuando vimos a más de 30 (no exagero) taxistas y trabajadores de oficinas de turismo agolpados en la estación. Pero no estaban en el rellano, no. Estaban en los tornos de los billetes impidiendo a la gente salir, gritando y con los ojos inyectados en sangre, como buitres esperando la carroña y con ganas de timar. Yo no me lo podía creer. Salimos como pudimos y como nos dejaron y unos cuantos empezaron a perseguirnos con la cancioncilla del HELLO, HELLO. Y esta vez grité 别打扰!(bie da rao = no molestes) a todo pulmón, porque ya acababa de llegar y me estaban hinchando las narices, por no decir otra cosa.

Como he comentado, íbamos en busca del autobús número 1, y fuimos siguiendo los carteles de la estación de autobuses, pero cuando llegamos a las paradas, no estaba indicado por ninguna parte, así que me tocó volver y preguntar a unos policías, que me indicaron el camino. Por lo visto, el número 1 no paraba allí, sino en otro sitio, pero el número 5 nos dejaba en el centro. Había que bajar unas escaleras porque la parada pasaba por debajo de la calle, en un túnel subterráneo. Así que para allí que nos fuimos. En la parada pregunté a una señora, pero me dijo que tampoco era de allí, pero otra mujer me dijo que si queríamos ir al centro también podíamos coger el 25, que también paraba allí. Al final pasó el 5 primero y nos montamos.

Unos 15 minutos después de montarnos, ya habíamos llegado. Vimos algunos canales y vimos mucha gente apelotonada por las calles. Teníamos varias atracciones por ver, pero decidimos meternos primero en el Museo de Suzhou (苏州博物馆). Por lo visto, los primeros 1000 visitantes entraban gratis, así que pensamos en entrar y así ya lo teníamos hecho. El museo tenía varias salas con artesanía, esculturas y arte encontrada en Suzhou de diferentes épocas. Giraba entorno a un estanque que había en el medio, y las salas se iban distribuyendo alrededor. No solo tenía aire acondicionado, tenía hasta Wi-Fi gratuito y todo. Se veía bastante nuevo y las exposiciones no estaban nada mal. Fue una buena manera de comenzar la visita.


Cuando salimos, teníamos un dilema, porque al lado había una atracción turística que teníamos que visitar sí o sí y más allá ya había canales, así que pensamos en ir hacia el otro lado y echar un vistazo a la Pagoda del Templo del Norte (北寺塔). No fue muy complicado de verla ni de seguirla, porque es muy alta, de hecho, es la más alta al sur del Yangtzé. Estaba en el interior de un parque, pero había que pagar nada más ni nada menos que 25 yuanes por cabeza para entrar, así que le echamos cuatro fotos por fuera y nos fuimos.

Pagoda del Templo del Norte

 Nuestra siguiente parada era el Museo de la Seda de Suzhou (丝绸苏州博物馆). En el mapa salía justo al lado de la Pagoda, así que echamos a andar pensando que lo encontraríamos al doblar la esquina, pero no fue así. Lo primero era que gran parte de la ciudad estaba en obras, así que había excavadoras y grúas por todas partes, el museo tampoco estaba señalizado por ninguna parte y para colmo y remate no había nadie por la calle, algo comprensible siendo casi la 1 del mediodía y con el calor que hacía. Entramos en una calle donde había varias tiendas y pregunté a un hombre. Tenía un acento que no entendí ni papa. Lo único que enganché es que era recto. Seguimos las indicaciones y al caminar unos pasos, vimos que allí no había nada, más bien casas derruidas y polvo, así que dimos la vuelta y volvimos donde preguntamos al hombre, que misteriosamente había desaparecido. Esta vez pregunté a otra mujer y me dijo que estaba hacia el norte, es decir, para arriba. Nos costó encontrar la entrada, pero lo logramos. La entrada costaba 15 yuanes y no había descuento de estudiantes. Teníamos tanto calor y necesitábamos tanto un lugar a la sombra y con aire acondicionado que no nos importó pagar la entrada.



Debo confesar que me encantó el museo. Más adelante lo entenderéis, pero fue lo que más me gustó de la ciudad. Tenía un recorrido inicial con vídeos y exposiciones sobre los 4000 años de historia de la industria de la seda de Suzhou y la visita no acababa ahí, porque unas salas más adelante, pudimos ver cestas llenas de capullos de gusanos de seda y unos patios con moreras. Pero la perla del museo era una sala con mujeres trabajando la seda en telares gigantes de todo tipo. Te podías acercar y observar cómo tejían y confeccionaban todo tipo de tejidos y productos con la seda. Al final, había una exposición con prendas y tejidos que se habían confeccionado en el museo, y por supuesto, la tienda del museo donde se podían comprar sedas, alfombras, tejidos y otros recuerdos del museo, la mayoría con un alto coste.

Dos mujeres trabajando en los telares dentro del museo

Salimos del museo y el sol seguía apretando de lo lindo. Era la hora de comer y no se veía ni un alma por la calle. Por suerte, encontramos un restaurante de comida china muy barato cerca del museo. La última noche en Pekín cenamos en un restaurante parecido, así que era una buena opción para comer rápido, bueno y barato.

Tras comer y comprar algo de agua fresca en una tienda, volvimos al lugar donde nos dejó el autobús. Nuestra siguiente parada era el Jardín del Administrador Humilde (拙政园). Se construyó en 1509 y tiene una extensión de 5,2 hectáreas con juegos de agua, un museo, una casa de té y más de 10 pabellones. En Suzhou hay varios jardines de este tipo, pero este es el más grande y el más impresionante. La entrada costó 70 yuanes y 35 con el descuento de estudiante (unos 9 y 5 euros respectivamente).


No voy a mentir. El lugar era precioso y me gustó, pero no lo disfruté. Había una gran cantidad de pasillos, parajes, pabellones sobre el agua que daba gusto verlo. Los inconvenientes principales fueron el calor, que apretaba a rabiar, asfixiaba y costaba hasta respirar; y el agua del recinto: sucia y verde oscuro tirando a marrón.



Salimos de allí tras pasear durante algo más de una hora aproximadamente. Nuestra siguiente parada era andar un tramo hasta encontrarnos una zona de canales. Según el mapa teníamos marcadas dos zonas de canales, una de ellas cerca de dónde estábamos. Echamos a caminar y caminamos y caminamos y no vimos nada. Veíamos de repente un poco de agua que asomaba por una calle, pero nada. Al final, habíamos caminado tanto que a mí me pareció que habíamos salido del pueblo, así que tumbamos hacia otro sitio a ver si encontrábamos los malditos canales.

Pero no hubo suerte, así que renuncié y pensé en ir a lo seguro y buscar la manera de llegar a Ping Jiang Lu (平江路), que es una calle peatonal que bordea un canal y posiblemente la zona de canales más conocida de Suzhou.

Encontramos una parada de autobús y por el recorrido, me fijé en el plano de la ciudad que nos dejaba cerca de la entrada, así que tomamos el autobús y nos bajamos a los 10 minutos. No estaba tan lejos, pero el cansancio y el calor estaban haciendo estragos en mí y en familia. Yo intentaba disimular el enfado que llevaba encima, porque Suzhou me estaba decepcionando y mucho, pero pensaba en positivo y tenía aún la esperanza de que los canales no me fueran a decepcionar.



Y efectivamente, cuando llegamos, no me decepcionaron, me HUNDIERON EN LA MISERIA. Con todos los respetos lo digo, porque yo no he estado en Venecia y no puedo opinar, pero llamar a Suzhou la Venecia de Oriente, es como llamar manjar a la mortadela, con todos los respetos a la mortadela, que es un gran embutido.

El agua de los canales no es que estuviera sucia, aquello era otro nivel: directamente estaba gris. Yo creo que te das un baño en esos canales y te desintegras. Y la zona peatonal no es que acompañara mucho que digamos. Todos los precios de los bares y los puestos donde vendían comida y recuerdos, por las nubes, algunos camareros se dedicaban a “limpiar” las mesas de la terraza tirando cubos de agua gris del canal y tenías que ir con cuidado porque algunos que iban en bicicleta parece que su único objetivo era atropellar a gente, en vez de dar un paseo o desplazarse tranquilamente. Fue un palo muy gordo, la verdad. Y de nuevo los chinos volvieron a recordarme la capacidad que tienen de cargarse y destruir aquellas cosas más bonitas y que hacen que su país sea distinto del resto. Yo me quedé sin palabras y estaba cabreadísimo, mi hermano y mi cuñada intentando sacar alguna foto que valiera la pena y alucinando también y mi madre muerta de calor y de cansancio. ¡El día perfecto, vamos!


Tras caminar un buen rato, llegamos al otro extremo de la zona peatonal. Quedaba por ver la Puerta de Pan (盘门) y la zona más moderna y comercial que era la Shang Tang Jie (上塘街), pero estábamos tan cansados, acalorados y decepcionados con Suzhou que pensamos en coger el autobús, ir a la estación y volver a Shanghai. Tuvimos que hacer transbordo de autobús, pero a eso de las 6 y algo llegábamos a la estación de Suzhou.

Y a pesar de la frecuencia de trenes, tuve problemas para comprar el billete, porque no había trenes hasta dos horas más tarde y para la estación central no había hasta las diez de la noche, así que tuvimos que ir la Shanghai Hongqiao (上海虹桥), que era la del aeropuerto. Pero eso no fue todo, porque de repente, hubo un rifirrafe entre dos chinos en las taquillas y se empezaron a pelear, porque uno al querer revender un billete de tren se lo estaba intentando vender más caro de lo que lo había comprado. En fin, yo lo único que quería era volver a Shanghai, cenar un poco, ducharme e irme a dormir.

Al comentarle a mi familia el tema del tren, decidimos meternos en el McDonald’s, comernos un helado y jugar a las cartas mientras llegaba la hora del tren. No fue del todo mal ir a esa estación, porque al día siguiente teníamos el tren de vuelta a Tianjin desde esa estación, así que de esa manera podríamos calcular cuánto tiempo íbamos a necesitar, para salir con tiempo y no tener sustos.

Y nada, así acabó nuestro fatídico día por Suzhou. Decepción es la primera palabra que me viene a la cabeza cada vez que lo recuerdo. Y no solo eso, fue de largo el peor día que pasamos los cuatro por China. Supongo que no todo puede salir bien, ni todo nos podía gustar, pero desde luego, mucho ha cambiado mi opinión de Suzhou.


No quería acabar esta entrada sin añadir una cosa más. El hecho de que nuestro día fuera un desastre y que Suzhou no nos gustara nada, no quiere decir que si alguien quiere ir vaya, es decir, mi intención aquí no es hacer mala publicidad de la ciudad, sino relatar cómo nos fue el día. En parte, el problema que tuvimos fue el calor y (en mi caso sobre todo) también las expectativas de encontrarme una cosa que me habían contado y que no son reales. Quizá en otras condiciones y circunstancias a otra persona le puede encantar y parecerle una ciudad preciosa y estar totalmente en contra de lo que he contado a lo largo de toda esta entrada. No quiero que esto se lea como un repelente, es decir, invito a la gente a que vaya, lo vea con sus propios ojos y que después saque sus conclusiones. Lo he dicho, lo digo y lo diré siempre: sobre China y los chinos te pueden contar muchas cosas, pero hasta que no lo ves por ti mismo, no te puedes hacer una idea de lo que es realmente. 




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