viernes, 22 de febrero de 2013

Tracas a tutiplén, la vuelta a la rutina y el año de la serpiente venenosa


Pasan los días y aquí en Tianjin todo vuelve a su cauce y a la normalidad. Poquito a poco la gente va llegando, la residencia se va llenando, algunos de sus casas; otros, más aventureros, de algunos rincones lejanos de China. Estos días por casa han sido maravillosos, espectaculares, (y así podría seguir hasta quedarme sin adjetivos que entren dentro del campo semántico de “bueno”), pero ya toca volver al estudio intensivo del chino, a ver si consigo aprender lo máximo, adquirir un buen nivel y garantizarme un buen curro (llamadme iluso si queréis, pero hay que intentar ser optimista). La rutina se cierne sobre nosotros y la sombra del inicio del segundo semestre es más grande que la del título de la novela de la señora Erika Leonard James, pero, ¿qué le vamos a hacer? Algún día teníamos que empezar, ¿no?

Las celebraciones de Año Nuevo ya terminaron hace unos días, gracias a Dios, porque yo ya no podía soportar más pirotecnia, a nivel de ruido y a nivel de respiración. Era terriblemente desagradable salir a la calle y respirar PÓLVORA. ¿Por qué, señor, no teníamos suficiente con la contaminación? Sé que alguno estaréis pensado, “Pero si los petardos, son bonitos, ¿por qué te molestan tanto? Vale, sí, estoy de acuerdo, es bonito que exploten cerca y los puedas ver, yo soy el primero que en San Juan le gusta tirar cohetes, pero no hasta el punto de no permitir a los vecinos pegar ojo, que más de una noche me he despertado asustado por el estallido de un petardo y no he podido dormir bien. Y bueno, de celebraciones de Año Nuevo la verdad es que no he tenido muchas, estuvo el domingo visitando a unas compañeras en Tanggu (podéis leer la entrada sobre la visita en el apartado “Conociendo la Conchinchina/Tanggu – 塘沽”) y allí pude experimentar un poco su comportamiento en la mesa y entender un poco mejor sus costumbres en la mesa. Ahora sólo queda una celebración (que pone punto y final a las celebraciones de año nuevo), que si no me equivoco, es mañana sábado, así que ya intentaremos enterarnos si se organiza algo.

El lunes ya empezamos las clases a las 8 de la mañana. Va a ser durillo volver a levantarse a las 7 de la mañana, porque jetlag no tengo, pero como estos días no he tenido nada que hacer ni nada por visitar, lo de levantarme pronto, como que no, así que tengo que volver a hacer un cambio de chip importante de cara a los primeros días. La semana que viene, por eso, no es muy importante, los estudiantes tienen la posibilidad de elegir el nivel de chino al que quieren ir a estudiar, entonces pueden ir a varias clases de diferentes niveles para cerciorarse de que las asignaturas de ese nivel se corresponden al volumen de conocimiento que el susodicho alumno posee. Yo he decidido que haré un salto de 2 niveles (normalmente de semestre a semestre, los alumnos saltan 2 niveles). Veremos si el nivel al que quiero ir es el adecuado, y si meten caña para aprender lo máximo posible.

Respecto a las condiciones climatológicas, no os lloréis por mí, Argentina, que hace mejor temperatura, aunque aún hace algo de fresquibiris, pero todavía no hay que cantar victoria, porque, si no me dijeron mal, ahora viene el mes del viento, y cuando hace viento, HACE FRÍO, porque el viento viene de Siberia o de no sé donde por Mongolia. Aún así, la cosa va bien. Si no morí de congelación en Harbin, creo que sobreviviré lo que queda de frío sin muchas complicaciones.

Otra de las cosas que tengo que contaros es que ya tengo compañero de habitación. Mi compañero del semestre pasado, según me dijo su novia, no volvía, así que me cambié de piso para estar más cerca de las otras compañeras, ahora estamos todos juntitos en el mismo piso (menos Ari y Judit, a ver si conseguimos convencerlas para que se muden), así que me tenía que tocar otra persona con la que convivir este segundo semestre. Pues bien, es de (REDOBLE DE TAMBORES) TRTRTRTRTRTRTRRTTRRTRTRTRTRTRT……………………………………………………………………….. RUSIA. UEEEEEEEEEEEEEEee… Espera, Marc, relaja. Vuelve a ser ruso, sí, OTRA VEZ. Me persiguen. ¡Hasta el técnico de telefónica que vino a arreglarme el módem de casa era ruso! Sin embargo, esta vez estoy contento, porque habla algo de inglés y al menos me puedo comunicar con él. Hablé más con él ayer en un rato, que con Dimitri en 4 meses, así que bien. Se llama Sasha (que en ruso es el diminutivo de Alexander), tiene 19 años (los rusos empiezan la universidad a esa edad, un dato gratuito de cultura rusa que os cuelo porque me apetece) y ha venido a China a estudiar con una beca de 4 años, me explico: este año estudiará aquí, pero el año que viene irá a estudiar a otra universidad de China que no sea esta en Tianjin. Curiosamente, vive en una zona del sur de Rusia donde, sorprendentemente, NO HACE FRÍO, cuesta de creer, pero SÍ señores, hay una zona concreta en el sur donde los rusos no se quedan más tiesos que una rodaja de merluza en el congelador. Y nada, me enseñó 4 palabras básicas en ruso (“hola”, “adiós”, “gracias”, “buenas días/noches”, “de nada”), hablamos un poco del chino y del semestre pasado (puso a caer de un burro a Dimitri) y hasta me regaló una tableta de chocolate, esta mañana me ha dado un Sugus ruso muy rico y esta noche estaba cenando un tipo de chorizo típico ruso y me ha dado una rodaja. A ver si yo abro el embutido que me traje y le doy un poco, que cada vez que abre una bolsa de comida me ofrece, al menos es generoso. Veremos cómo avanza la convivencia con él durante las semanas, por lo menos el hecho de poder entenderme con él, me da más tranquilidad para poder poner normas y aclararnos si surge algún problema.

Y nada más por el momento, chicos. Ya estamos todos de vuelta por aquí. La semana que viene prometo una Lista #SoyFan, dadme un poco de tiempo para ordenar nuevos datos. No quiero terminar sin hacer una pequeña enumeración de “personajillos” y situaciones que he visto desde que llegué:

1.   ¡Dame, que me gusta! Me llevo fijando, en más de un caso de hecho, que algunos chinos hacen un ejercicio muy curioso: se dan MANOTAZOS en los brazos, pero con ganas, de esos mamporros que suenan y pican. No sé si es una técnica zen, será algo del ying o el yan, o simplemente están como PUTAS CABRAS.

2.   Los monitores de natación. Este lunes volví a lanzarme al agua de la piscina de Tianjin. Sigue a temperatura FRÍA DE COJONES. Pues bien, coincidió que los cursillos de natación empezaban a los 20 minutos de estar yo en el agua. Normalmente evito esa hora por la aglomeración de niños en el agua y la imposibilidad de dar brazadas porque hay más de 3 personas por carril, pero como era aún Año Nuevo pensé que no habría, MEEEEEEEEEEEEEEEC, ¡ERROR! Lo que me hizo más gracia de la situación, es que los monitores van armados con una vara de bambú para guiar a los niños por si se tuercen o van muy pegados a la pared. Me pareció un método de lo más curioso…

3.   La piscina apesta a ¿verdura? Más de una vez me ha pasado que los socorristas (por llamarles de alguna manera, pero vamos, que trabaja menos que un político enchufado del Gobierno en el Senado) de la piscina se hace la cena en una pequeña mesa donde se sienta a otear a los nadadores. Llevan un termo gigante lleno de agua caliente, entonces se hacen caldos de fideos, o llevan un tapper con comida directamente, lo cual provoca que a veces te venga un fuerte hedor a comida cuando estás nadando, cosa que no es nada agradable. Lo que ya me pareció el colmo y remate fue lo que vi el otro día: el socorrista se trajo su tabla de cortar, sus verduras y con un cuchillo las iba pelando y cortando a trocitos con toda su pachorra. ¡Claro que sí, con un par!

4.   ¿Dejas el móvil por favor? Aquí las cajeras del supermercado no son la alegría de la huerta, pero bueno, no son del todo malas, un poco lentas, pero mejor eso que nada. Lo que me llamó la atención el otro día fue que la cajera que nos atendió pasaba los códigos de barras, cobraba y nos despachaba mientras mantenía una conversación telefónica con alguien que debía estar medio sordo o sorda, porque hablaba a grito pelado. Anonadado me quedé.

5.   ¡Puaj! Eso es lo que sentí cuando la semana pasada iba a la tienda de teléfonos a recargar el móvil, salió un grupo de chinos de un restaurante y del grupo, un hombre se apartó se colocó al lado de la rejilla de una alcantarilla y se puso a vomitar en plena calle. Por supuesto que los amigos se empezaron a cachondear y a hacerle fotos. Irían finos, finos.

6.   I’m not famous. Al volver a pisar las calles de China se me había olvidado lo que era que te miraran extrañado por la calle o te echaran fotos. Hubo unos que incluso se bajaron de un taxi y siguieron haciéndome fotos hasta que crucé el paso de cebra (increíble, pero lo crucé con el semáforo en verde para el peatón y los coches se pararon ante el semáforo en rojo) y giré la calle. A veces me siento como si fuera un criminal o un famoso con tanta miradita pretenciosa.

7.   La loca del banco. La semana pasada fui al banco. Mientras me estaban atendiendo, entró una mujer mayor muy amable que en cuento me vio se emocionó muchísimo y empezó a decirme que era “guapo, guapo, guapo”. Me preguntó si era norteamericano, a lo que yo corregí con un “no, español” y entonces volvió a repetir lo de “guapo, guapo, guapo” y dijo que le gustaban mucho mis ojos y la forma de mi nariz y entonces me preguntó por los toros, pero yo no la entendí, hasta que se puso los dedos en la cabeza y empezó como a cornar. Yo ya estaba en modo vergüenza ajena ON, así que le dije que a mí no me gustan los toros y se echó a reír y lo iba repitiendo entre risas “QUE NO LE GUSTAN LOS TOROS, JAJAJAJAJ, LOS TOROS, JAJAJA, ES ESPAÑOL Y DICE QUE NO LE GUSTAN, JAJAJAJAJA, LOS TOROS QUE NO, JAJAJAJ, QUE NO LE GUSTAN LOS TOROS, JAJAJAJA”, se lo dijo a la muchacha que la estaba atendiendo, a la muchacha que me estaba atendiendo a mí, a otra clienta que estaba esperando, hasta al policía de la entrada. Cabe destacar que me iba dando golpecitos en el hombro en señal de amor de abuela hacia su nieto. Un encanto de mujer.

Y esto es todo por el momento, me despido con un “Hasta pronto” y puedo prometer y prometo que volveré con noticias fresca no dentro de mucho. Antes de dejaros, quiero enseñaros una de mis frases favoritas en chino:

吃错了药!

Chi cuo le yao!

Literalmente significa “comer mal la medicina”, lo cual quiere decir “estar como una cabra”, “estar mal de la cabeza”, “estar drogado (en el sentido de hacer locuras)”. Una frase que aprendí y que, por casualidades de la vida, uso mucho, ¿a qué se deberá eso?

                              

马克儿

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